jueves, 4 de abril de 2013

Sexo en lugares públicos.


Placer por lo prohibido


¿Te gusta el morbo? Sexo en lugares públicos...

El sexo es algo que se practica, bien sea a solas o acompañada, en la intimidad. No es una cosa que guste hacer en público. Sin embargo, algunas veces se pueden tener tentaciones de hacerlo en lugares que te pueden ver ¿Por qué pasa esto?


La actividad sexual es algo que se suele hacer en la intimidad de la casa de cada cual; alejada de todos. Y muchas veces en la confianza que te da un lugar concreto de la casa como es el dormitorio. Con la masturbación sucede así porque es una actividad solitaria que una no desea compartir, por definición, en la mayor parte de las ocasiones. A veces puedes desear agregarla a las relaciones con tu pareja; pero siempre es algo que consideras propio de tu vida privada. Y con las relaciones sexuales (frecuentemente llamadas 'relaciones íntimas') sucede otro tanto. Es la forma que se tiene de compartir la propia sexualidad con otra persona y, en líneas generales, aunque todos puedan saber que lo haces, gusta de realizar en la intimidad de tu casa o de tu dormitorio.

Poner normas
Las normas se establecen para regular las conductas de los seres humanos que viven en sociedad, para favorecer su convivencia. Todos nos sometemos a ellas de buena gana. A veces, no tan de buena gana porque su cumplimiento puede resultar incómodo; pero se cumplen, precisamente, en aras de esa buena convivencia. También sucede que muchos sentimos tentaciones, a veces, de contravenirlas; se hace por la excitación que produce realizar algo que está prohibido. El riesgo que supone ser pillado en una contravención, y sufrir la correspondiente sanción, genera un pico de secreción de adrenalina que hiperactiva a las personas. Algunas se quedan enganchadas en esas sensaciones y las buscan de forma permanente para sentirse bien. No desean ser descubiertas, realmente, pero la posibilidad de que así suceda las enardece mucho.

Algunas personas llevan a la práctica esas acciones para sentirse así. Otras, sin embargo, la mayoría, lo dejan en el mundo de las fantasías, donde las desobediencias pueden realizarse sin riesgos reales. Pero imaginarlo también puede producir esa reactivación al sujeto.

Con el sexo sucede otro tanto. Si lo que lo define es su realización en la intimidad, alejado de la vista de los demás, con frecuencia, exponerse ante los otros genera una sobreexcitación que se añade a la excitación sexual propiamente dicha. Y eso incrementa la intensidad de las sensaciones.

Por eso, algunas personas buscan tener actividades sexuales en lugares donde la cercanías de otros que nos puedan oir, aumenta la excitación; aunque no nos vayan a sorprender de verdad porque las puertas están cerradas. Es lo que sucede cuando apetece mantener relaciones sexuales junto a una ventana abierta, aumentando la posibilidad de que los vecinos nos escuchen, si están cerca, o nos vean, si están un poco más alejados. O hacer el amor en unos lavabos públicos (por ejemplo en un tren o un avión).
Pasión por el riesgo
Las sensaciones aumentan cuando el riesgo de ser vistos se acrecienta también. Es decir, cuando sería posible que alguien se personara donde estamos y nos sorprendiera. En este terreno, lo menos arriesgado sería mantener relaciones sexuales en un lugar público, pero alejado de la gente, aunque con posibilidades de que alguien pase por allí. Por ejemplo, un lugar de paso poco transitado de un centro comercial, o un lugar apartado de un paseo público. Lo más arriesgado sería hacerlo en el portal de una casa, donde es esperable que, tarde o temprano, entre alguien. O en un cajero automático, donde puede suceder lo mismo y añade el aliciente de que se está grabando toda la acción; lo que supone que unos desconocidos nos van a ver en acción.

Y lo menos arriesgado de todo sería imaginarse estar en uno de esos lugares mientras se mantienen relaciones sexuales en la comodidad de la propia cama. El 71% de los hombres y de las mujeres fantasean durante el coito. 

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